La niñez sigue en algunos
Hola una vez más, mis queridos lectores.
Voy a hablaros de una chica.
Una niña curiosa, que observaba todo alrededor, intentando captar todo lo que pasaba cerca de ella. Algunas veces la madre decía que siempre se quedaba en las nubes cuando le hablaba. Pero realmente ella le escuchaba, pero a la vez, estaba observando cómo el pelo de su madre formaba una ondulación perfecta sobre su hombro.
Otras veces iba al parque, no le gustaba correr y saltar como el resto; ella se sentaba en el columpio y empezaba a remarse despacio, cerraba los ojos y simplemente escuchaba y sentía.
Otras veces iba al parque, no le gustaba correr y saltar como el resto; ella se sentaba en el columpio y empezaba a remarse despacio, cerraba los ojos y simplemente escuchaba y sentía.
Sentía el viento en su mirada, el aire fresco que ahora muchos no sienten por ir frenéticos de un sitio a otro.
Escuchaba el sonido del viento meciendo los arboles y alguna que otra hoja que caía por el suelo; oía el sonido de aquel pájaro cantor a los lejos.
De pequeños, muchos eran cómo esta niña, pero ahora pocos se paran a observar esos pequeños detalles que en nuestra niñez nos fascinaban. Ahora lo ven muchos como algo simple que no merece mucha atención.
Yo, me alegro de seguir siendo esa niña, que se para cada vez que puede, toma aire, cierra los ojos y siente el viento en su cara. Me alegro de poder apreciar cada detalle a mi alrededor, todo tiene una gran belleza, desde lo más pequeño a lo más grande.
Por ejemplo; la vida de la mariposa es efímera, ¿por qué cuando vemos una no disfrutamos de todo su esplendor? Le ha costado tanto llegar a esa fase en la que obtiene tanto colorido y vida, y nosotros sencillamente, no lo valoramos.
En definitiva, os quiero decir que no perdáis esa parte curiosa de vuestra niñez, porque nos hace ver cosas maravillosas.
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